jueves, 6 de septiembre de 2012

Henryk Gorecki - Concerto-Cantata (2012)



Si hay un fenómeno de difícil explicación en las últimas décadas en lo que a música clásica se refiere, ese sería el éxito repentino de la 3ª sinfonía del músico polaco Henryk Gorecki, que se convirtió en un “hit” mundial en el año 1993 alcanzando los 700.000 ejemplares vendidos en muy poco tiempo. Y esto es sorprendente porque Gorecki era un absoluto desconocido para todo el mundo excepto para unos pocos entendidos. Sus obras nunca habían llamado la atención de la crítica y muchos de los comentarios sobre ellas no eran demasiado entusiastas. Para colmo, la ahora popular sinfonía se había compuesto 17 años antes de la grabación que la hizo famosa y nunca hasta 1993 había llamado la atención de nadie.

Tampoco sería justo quedarnos en la anécdota del éxito de la grabación y atribuirlo a la casualidad. Lo cierto es que unos años antes de la aparición del exitoso disco, el Kronos Quartet, formación de importancia capital en el impulso de la música contemporanea en toda la extensión del término, ya había encargado a Gorecki la composición de un cuarteto de cuerda que apareció publicado en el prestigioso sello Nonesuch junto con otra obra del autor interpretada por los solistas de la London Sinfonietta. Probablemente esta grabación fue el germen de la posterior de la 3ª sinfonía a cargo de la misma London Sinfonietta, ahora al completo y también para Nonesuch. A pesar de convertirse en una celebridad de la noche a la mañana, Gorecki no cambió en absoluto su forma de hacer las cosas. Siguió componiendo música con su ritmo pausado y sin tratar de repetir los esquemas de la 3ª sinfonía para aprovechar su éxito y, de hecho, muy pocas de las obras que escribió con posterioridad a 1993 han sido grabadas.

El compositor polaco ya había aparecido brevemente en el blog con una obra que apareció en un disco coral junto con piezas de Arvo Pärt, Alan Ridout y John Tavener pero nunca le habíamos dedicado una entrada completa. Creemos que el disco que hoy comentamos, publicado recientemente por Naxos, es una buena oportunidad para acercarnos a la obra de Gorecki sin tocar, por ahora, su 3ª sinfonía.



La grabación que nos ocupa reune cuatro obras muy diferentes entre sí y cada una de ellas con un atractivo muy particular. La primera de ellas es, con toda probabilidad la pieza más grabada del músico al margen de la tantas veces citada 3ª sinfonía y es su “Pequeño réquiem por una polka”, estrenada en 1993, en los meses previos al impacto mundial de la comentada grabación del músico. El réquiem está dividido en cuatro movimientos comenzando con el más extenso de ellos, un “Tranquillo” que se inicia con una escueta introducción de piano, muy lenta y pausada que nos recuerda a piezas como “Alina” de Arvo Pärt. De modo tenue, las notas de piano se alternan con campanas y suavemente hace acto de presencia el violín que entabla un breve diálogo con el propio piano. Gradualmente la pieza gana en intensidad hasta que irrumpen las campanas, ahora sí con gran fuerza, y arrastran en su ímpetu al propio violín que eleva su tono de forma vigorosa. Tras el breve sobresalto, todo vuelve a la normalidad para cerrar el movimiento del mismo modo en que se abrió minutos atrás. Durante toda la escena, la orquesta ha estado presente de forma casi testimonial pero eso cambiará radicalmente con el segundo movimiento, anotado como “Allegro impetuoso – marcatissimo”. Los metales irrumpen con gran energía y determinación con frases contundentes y repetitivas que son subrayadas por el piano con una serie de “staccatti” realmente poderosos. El ritmo y la energía remiten a Stravinsky o Shostakovich. Los últimos instantes del movimiento vuelven a la calma con una diálogo entre el clarinete y la trompa con el piano como testigo. El tercer movimiento, “Allegro – deciso assai” es el que nos enseña la única referencia a la polka del título en sus primeros compases liderados por un piano desenfrenado al que se une la orquesta en pleno en una especie de cacofonía llena de disonancias y que se extingue tan súbitamente como llegó para dar paso al movimiento final, “adagio cantabile”. La parte final del réquiem es la más nos puede recordar a otras obras del compositor como su 3ª sinfonía o su “Beatus Vir” por el protagonismo casi absoluto de las cuerdas en un prolongado lamento con las campanas y el piano resaltando el aire fúnebre que todo réquiem debería mostrar en algún momento.

La segunda obra recogida en la grabación es un estreno mundial, al menos en cuanto a su publicación en disco. Se trata del “Concerto-Cantata, Op.65” compuesto por el músico en 1992 y que nunca antes había sido grabado. Como la obra precedente, también está dividida en cuatro movimientos. El primero, “Recitativo: Lento (quasi molto lento)” es casi una pieza para flauta exclusivamente en la que el músico explora el registro más grave del instrumento en una composición lúgubre y estática con apenas variaciones melódicas. Sólo en los instantes finales aparece la orquesta para sobresaltarnos con la repetición al unísono de una serie de tres notas. Sin solución de continuidad entramos en el “Arioso: lento assai tranquillissimo – cantabile – dolce” (apreciareis ya el gusto de Gorecki por las indicaciones extensas a la hora de interpretar su música). En cualquier caso, el movimiento es una perfecta continuación del anterior aunque ahora es la orquesta la que se mueve pausadamente y la flauta la que acepta su papel solista encargandose del grueso de la melodía. El tercer movimiento, “Concertino: allegro” es el más interesante del concierto. La flauta sale de su letargo y comienza a dibujar arabescos de cierto aire minimalista. La orquesta, mientras tanto, como herida en su orgullo, responde con una energía y un ritmo notables que nos hacen pensar en alguna conocida obra de Khachaturian. Desde ahí hasta el final, la flauta y la orquesta entablan un animado diálogo lleno de dinamismo y alegría, algo extraño para proceder de Gorecki. Completa el concierto el último movimiento “Arioso e corale: lento – tranquillo cantabile – dolce” que recupera el tema principal del segundo movimiento desarrollandolo plácidamente hasta el final.

A continuación podemos escuchar otra obra de gran interés: el “Concierto para clave y orquesta, Op.40” escrito por Gorecki en 1980. El gran atractivo de la grabación es que la que en ella se recoge es la adaptación de la obra para piano y orquesta. Lo cierto es que, habiendo escuchado ambas instrumentaciones, nos quedamos con la de piano por lo que gana en cuanto a claridad y limpieza, especialmente dada la frenética velocidad a la que se desarrollan ambos movimientos de la pieza, “Allegro molto” y “Vivace marcatissimo” que apenas dejan apreciar la complejidad de la partitura en su versión cl clave. El primer movimiento entra como un tiro con toda la orquesta lanzada a una enérgica demostración de fuerza secundando al piano y no baja ni un ápice su intensidad durante toda su extensión. El segundo, igualmente desatado, nos permite intuir, en cambio, algunas referencias melódicas seguramente enraizadas en el folclore de la Silesia natal del músico. La versión que dejamos a continuacion corresponde a otra grabación, igualmente con piano.



Como cierre del disco tenemos las “Tres danzas, Op.34” fechadas en 1973. La primera de ellas combina un espíritu folclórico imposible de ocultar con una fuerza rítmica que inmediatamente nos remite a Stravinsky. No siempre es sencillo conducir a una orquesta sinfónica por estos derroteros sin caer en el caos más absoluto pero Gorecki lo logra en esta ocasión. La segunda danza es una de las más sorprendentes por cuanto su desarrollo pausado y la forma de moverse de la melodía formando una especie de efecto ondulatorio nos remite a obras posteriores de compositores de los que hemos hablado aquí como Steve Reich o John Adams. La tercera de las danzas vuelve a los registros más rítmicos, marcados por una alegre intervención inicial del fagot por encima de las cuerdas que siguen una cadencia continua muy viva. Tras el fagot, es el clarinete el que repite la misma melodía para ceder el testigo al oboe primero y más tarde a la flauta. Tras esa secuencia, es la orquesta al completo la que repite el mismo tema. El aire levemente orientalizante de la melodía nos recuerda a alguna obra muy popular de Albert Ketelbey en muchos momentos.

La grabación publicada en los meses pasados por el sello Naxos, está realizada por la Orquesta Filarmónica de Varsovia bajo la batuta de Antoni Wit. El piano es uno de los atractivos del disco ya que está interpretado por Anna Gorecka, hija del propio compositor y que hace un gran papel en las dos piezas en las que interviene. Gorecka es una habitual intérprete del repertorio de su padre como cabía esperar y éste le ha dedicado varias obras. La solista de flauta en el “Concerto-Cantata” es la también polaca Carol Wincenc.

Seguramente ninguno de nosotros habríamos reparado en la presencia de Henryk Gorecki si no hubiera mediado el “boom” de ventas de su famosa sinfonía pero eso no quiere decir en absoluto que su música no sea interesante. Por el contrario, creemos que de su pluma han salido varias obras realmente notables de las que son un buen ejemplo las cuatro piezas recogidas en el disco que hoy os recomendamos. Durante su vida, la música fue lo más importante para él pero no siempre en la faceta compositiva ya que solía alternarla con su labor docente en el conservatorio. Se dice que siempre les decía a sus alumnos que intentasen pasar tres días sin ninguna relación con la música, sin pensar en música, sin escuchar música. Si eran capaces de hacerlo, entonces deberían escoger otra carrera. Esta pasión por el arte que a todos nos emociona tanto justifica sobradamente su presencia aquí. Gorecki falleció el 12 de noviembre de 2010 tras una prolongada enfermedad renal. Se fue sin hacer ruido, sin recibir homenajes grandilocuentes y, contrariamente a lo que suele ocurrir en estos casos, su fallecimiento no ha ido acompañado de un bombardeo de reediciones y nuevas grabaciones de su obra. Por esto mismo, recomendamos más vivamente aún esta grabación que podeis encontrar en los enlaces habituales:


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