jueves, 5 de noviembre de 2015

George Winston - Summer (1991)



Una de las grandes ventajas de ser un artista de éxito dentro de una discográfica pequeña es que te permiten hacer prácticamente lo que quieras. Si a eso le sumamos una personalidad, digamos, peculiar, y una absoluta falta de complejos que te permite grabar obras de músicos completamente diferentes entre sí además de unas notables dosis de talento el resultado pueden ser discos tan raros como este.

George Winston se convirtió en un superventas en su género en los años ochenta gracias a una serie de discos para piano solo que tenían como tema central alguna época del año. No era algo del todo caprichoso. Mientras otros músicos se han caracterizado por ser sinestésicos, es decir, por relacionar las notas musicales con otro tipo de información sensorial como colores en el caso más típico, Winston afirma que cada canción que ha escuchado en su vida y ha pasado a su memoria lo ha hecho siempre asociada con una estación del año concreta. Eso podría explicar la rara selección de obras de otros autores que aparece en este “Summer” salpicada con composiciones del propio pianista, todas ellas sin demasiada relación temática con el verano al que alude el título.

Con todo, el experimento es muy revelador, no tanto en el sentido musical, ya que no se cuenta este trabajo entre los mejores de su autor sino para ayudarnos a conocer una personalidad única: la de un músico de difícil trato que se transforma por completo cuando se coloca frente a las teclas de un piano.



Living in the Country” - Comienza el disco con una mezcla de dos melodías, la primera, un tema tradicional irlandés arreglado por Tríona Ní Dhomhnaill en su momento cuando pertenecía a la Bothy Band. Winston respeta la melodía central y la lleva a su terreno con su inconfundible estilo hasta hacerla propia. Enlaza el tema con un alegre tema que Pete Seeger compuso como instrumental de guitarra en los años 50. El arreglo del pianista resalta la parte más folclórica de la pieza que podría pasar por una canción tradicional, casi por un tema sacado de un juego infantil.

Loreta and Desireé's Bouquet – Part 1” - Continúa el trabajo con una composición propia dividida en dos partes. La primera es muy pausada, con amplio uso del “rubato” por parte de Winston, recurso muy habitual en su ejecución. La pieza recuerda en algún momento a trabajos anteriores como “Autumn” pero se encuentra lejos de la inspiración de aquel disco.



Loreta and Desireé's Bouquet – Part 2” - Mucho más interesante nos parece la segunda parte de la pieza. Mantiene el tono meditativo pero la melodía nos parece mucho más conseguida. Es, probablemente uno de los mejores momentos de todo el trabajo y en él reconocemos la mejor versión de su autor.

Fragrant Fields” - La “cara a” del disco está trufada de versiones mientras que el otro lado se centra casi por completo en piezas propias. Aquí Winston rinde homenaje a Art Lande con esta interpretación de una pieza de éste escrita para una banda sonora de un cuento infantil. No hemos tenido la ocasión de escuchar la pieza original pero intuímos en ella un enfoque más jazzístico del que Winston le da aquí. El tema central que aparece mediada la pieza tiene todas las características de la música de George por lo que no nos extrañaría que se tratase de un añadido de nuestro músico.

The Garden” - Uno de los músicos favoritos de Winston ha sido siempre Dominic Frontiere, famoso por sus bandas sonoras de series televisivas, en especial por la de “The Outer Limits”, popular serial de ciencia ficción al que pertenece esta pieza. Mientras que la música de Frontiere se caracteriza por los efectos sonoros y la hábil mezcla de estos con la orquesta y otros instrumentos solistas, Winston ejecuta aquí su piano desnudo con un notable resultado.

Spring Creek” - La siguiente versión es de un compañero de discográfica de Winston: el también pianista Philip Aaberg. La pieza pertenecía al que fue su disco de debut, “High Plains”, en el que asistíamos a una serie de paisajes sonoros que retrataban los duros escenarios naturales de Montana, su estado natal. La relación de uno de los estados que hacen frontera con Canadá, gran parte de cuya superficie se haya sobre un glaciar, y el verano es algo que sólo la peculiar mente de winston podría intuír. La pieza, con todo, es notable.



Lullaby” - Nuestro pianista recupera su espíritu más folclórico (recordemos que suele denominar a su propia música “piano folk” o “rural piano”) para este cadencioso tema. En la parte final incorpora un nuevo homenaje, en esta ocasión al cantautor y también pianista Steve Ferguson y su pieza “Gypsy Hollow”.

Black Stallion” - Todo el mundo conoce a Francis Ford Coppola pero menos son los que están familiarizados con la obra de su padre, Carmine, autor de muchas piezas musicales que acompañaron a algunas de las más conocidas películas de su hijo, incluso a obras maestras como “El Padrino” en las que su música quedaba eclipsada por la de Nino Rota. Winston recupera aquí el tema central de “El Corcel Negro”, película de corte infantil dirigida por Carol Ballard con producción de Francis. George Winston, sin la aportación de la orquesta de la pieza original, hace una versión preciosa y llena de sensibilidad que merece ser disfrutada con tranquilidad.

Hummingbird” - Comienza aquí la que era la “cara b” del disco en la que sólo una de las piezas no es obra de Winston. Los primeros instantes invitan a pensar en la clásica pieza tranquila de su autor pero de repente escuchamos un peculiar sonido que procede de la pulsación directa de las cuerdas del piano por parte del músico, recurso sonoro que explotaría a fondo en su siguiente disco con resultados muy brillantes. Aquí, sirve para comenzar una progresión rítmica que sirve de base a una gran pieza que, en muchos sentidos, sería un precedente de “Tamarak Pines” el homenaje que Winston brindaría a Steve Reich en “Forest”, trabajo comentado en el blog tiempo atrás.



Early Morning Range” - Breve pieza sin demasiada historia, lo cual no quiere decir nada más allá de que es una composición que cualquier seguidor del músico reconocería de inmediato como suya. Probablemente no sea lo mejor que ha escrito pero es de escucha agradable.

Living Without You” - La última (o penúltima) versión que encontramos en el disco es esta canción que aparecía en el disco de debut de Randy Newman tiulado con el propio nombre del cantante. Winston le añade muchos elementos de su propia cosecha además de ralentizar la melodía original hasta hacerla casi irreconocible. Un gran trabajo, sin embargo, en el que se demuestra que, a la hora de hacer versiones, suele ser buena idea extraer los elementos principales del original y llevarlos a otro terreno sin ceñirse siempre al patrón que marca el autor.

Goodbye Montana – part 1” - Winston no nació en Montana como Philip Aaberg pero sí pasó allí buena parte de su infancia a la que homenajea aquí con esta despedida en dos partes. La primera es una alegre melodía de breve duración introducida por unos trinos que no presagian lo que viene después. El músico se encuentra muy cómodo en este tipo de registros sencillos y elegantes en los que puede dar rienda suelta a alguna de sus grandes influencias como es la de Vince Guaraldi.

Corrina, Corrina” - Winston se enfrenta aquí a un blues clásico de paternidad no del todo clara y que se ha convertido ya en un estándar. Es este un estilo que no tiene ningún secreto para el pianista que se desenvuelve con una maestría que admite pocas comparaciones.

Goodbye Montana – part 2” - Tras ese interludio, cierra el pianista su homenaje a Montana con una revisión de la parte uno en clave más ambiental y reflexiva, con una música en la que el silencio es tan importante como las notas, si no más.

Where Are You Now” - El broche final lo pone otra pieza clásica del músico, tranquila, sin sobresaltos de ningún tipo y de escucha muy placentera. Como despedida, una composición muy adecuada.


Incluso en discos como este “Summer”, el más flojo de su etapa “clásica”, George Winston es un músico muy interesante desde todos los puntos de vista. Su estilo personalísimo no tiene comparación con ningún otro pianista y lo variado de sus influencias hace que sea difícil que un oyente no encuentre algún tema de su agrado en cualquiera de sus discos. En nuestra opinión, Winston es un músico al que siempre merece la pena regresar.

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